sábado, octubre 08, 2005

Devociones

Como bien saben los lectores constantes del blog, hace rato que tenía la idea de una excursión a Luján, atraído por el kitsch religioso y la arquitectura de la imnensa basílica. Después de idas y venidas, decidí concretar el viaje para el sábado primero de octubre. Tomé el tren en Once a las 11:02. Debía bajar en Moreno para hacer la combinación con el tren 2713 que rumbea para Mercedes. Hasta ahí, fenómeno. Pero a la altura de Ciudadela, vi que la avenida Rivadavia estaba cortada, y mucha gente caminaba por ella. Gente con banderas, bastones, imágenes de la Virgen de Luján... Ahí me di cuenta de que justo había elegido para hacer miniturismo ¡el día de la peregrinación! Juro que fue coincidencia. Por supuesto, el 2713 era un pandemonium. Muy difícil ubicarse en cualquier lado. Me puse a hablar con una chica que estudia en la Universidad de Luján y me dijo que: “generalmente este tren va vacío” y “elegiste el peor día para ir de visita”. (Ella después se bajaría antes de la partida del tren). Llegamos a la estación con apenas diez minutos de retraso. Ahí me enteré de que la basílica estaba como a veinte cuadras. Había que caminar nomás. Munido de una Coca de 600 cm3 (tales botellitas estaban por todos lados, asumo que en cualquier momento dicha marca auspiciaría la procesión), me puse en marcha. Luján es una ciudad de casas bajas, que permiten al sol caer impiadoso sobre el desprevenido paseante. Y de golpe sobre la línea de los techos, las torres. El corazón me dio un vuelco. Llegué, levanté la cabeza y ahí estaba. Desde el nivel del suelo da vértigo y tortícolis. Noten que al pie de la imagen hay cuatro gárgolas. Según el material turístico oficial, representan la huida del Demonio de la casa de Dios. Todos las hemos visto en las catedrales góticas. Pero pocos le han sacado partido como los dueños de esta parrilla. La ciudad estaba llena de peregrinos. Casi todos andaban arrastrando los pies, o rengueando, o apoyándose en un bastón. La venta de curitas y pomadas chinas debe crecer astronómicamente este día. Después de admirar el exterior de la basílica ( por cierto, parece mucho más antigua que la Catedral de La Plata, cuando se llevan pocos años), entré. Habían corrido los bancos de la nave principal para dejar entrar más gente. Al camarín de la Virgen (el lugar donde está guardada la famosa imagen que los bueyes no podían mover) se llega dando la vuelta detrás del altar. Di unas vueltas y me encontré con esto: He visto exvotos (agradecimientos de fieles) en muchos muros externos, pero nunca en el interior de una iglesia y menos integrados a la arquitectura de esta manera. Me sorprendió sobremanera. Todo el interior del ábside está lleno de ellos. Salí de nuevo al sol, hacia la plaza que está enfrente. donde se apiñaban los peregrinos. Yo reconozco que soy un ateo convencido, pero me emocionan ciertas cosas, quizás por no poder entenderlas. Como el caso de este muchacho; quién sabe qué promesa traía desde tan lejos. Miré a mi alrededor. El sábado, el único canal transmitiendo en directo era Canal 7. Les presento el camión de exteriores, última generación tecnológica. Por supuesto, lo primero que salta a la vista en la plaza, y en toda la ciudad, son los puestos de kitsch religioso. Sí, es cierto, Jesús echó a patadas a los mercaderes del templo, pero igual todo esto me fascina. (Mis amigos, pobres, ya me han soportado en este sentido): Son juguetes que deberían transportarnos hasta Dios. El rosario: una máquina de rezar, análogo a los cilindros de oraciones tibetanos. Y claro. Esta foto no podía faltar. Señoras, señores, desde la plaza, un plano general del frente de la basílica. Bienvenidos a la imagen. Ahí nomás, a pocos metros, está el Complejo Museográfico Enrique Udaondo. Está dividido en dos museos: de Transportes y Colonial. Entré a ambos. En el Museo del Transporte muchas maravillas vi: la Porteña (primer locomotora); el hidroavión Plus Ultra, que fue el primer avión en cruzar sin escalas el océano atlántico; carrozas fúnebres del siglo XIX; el Papamóvil que usó Juan Pablo II en su visita de 1987; y mucho más. Pero se me hizo un nudo en la garganta y me corrió un sudor frío por la espalda cuando vi esto: Se trata del Lehg I, el primer velero de Vito Dumas, el original Navegante Solitario. Con esta cáscara de nuez, el tipo dio la vuelta al mundo solo, por los Cuarenta Bramadores (paralelo 40º sur) y en sentido contrario a los vientos dominantes. Por esto, los marinos contemporáneos afirman que hizo un pacto con Mandinga, y evitan nombrarlo: es yeta. Seguí viaje al otro Museo. Allí se reproducen escenas de la vida colonial con muñecos de cera, que poseen una analogía de vida inquietante. Miren si no esta sala. No me quedaría de noche aquí solo... Los perfumes de las flores eran más que el aire. Una maravilla. Pasó más de una hora antes de que quisiera salir. Rumbeé para el río Luján. Bordeando la ribera hay unas barrancas con restaurantes y más negocios. En uno de ellos, casi de casualidad, di con esta belleza. Una gitana electromecánica, que cuando se le pone una ficha se mueve para tomar una tarjeta del destino. Me quedé embobado mirándola y por supuesto que tengo una de esas tarjetas. La propietaria me contó que el muñeco tenía más de 80 años, que había dado vueltas por toda la Argentina y que hacía unos 20 que se había quedado en Luján. Crucé uno de los puentes sobre el río. El día era asombrosamente bello. Me llegué hasta un parque que hay del otro lado. Mientras comía un pancho, feliz almuerzo del Navegante, me seguían asaltando las imágenes. Luego hice algo que deseaba desde muy chico. Subir a la aerosilla. Primero hay que afrontar unos cincuenta escalones en espiral. Luego, después de pagar, a uno lo ubican en una marca del piso y la silla viene despacio por atrás. Se sienta, lo acomodan, traban el seguro (todo esto en movimiento) y afuera. Y me descubrí colgado, suspendido sobre decenas de metros de aire. Fue uno de los momentos más hermosos del día: se me vinieron a la cabeza todos los sueños lúcidos en los que suelo volar jubiloso. ¿Ven mi sombra a la izquierda? Llegué al otro lado. Y el flaco de la boletería (“¿viniste caminando? Ah, en tren. ¿Cómo? ¿Viniste solo?”) accedió a tomarme esta foto, que cierra mis aventuras de hoy. He aquí al Navegante, con remera de los FabFour, a sus espaldas el ábside de la basílica. La vuelta fue aburrida y cansadora. Lo mejor fue pasar por la plaza del centro de Luján, llena de pérgolas con glicinas que de todos modos no pude disfrutar porque sólo tenía en la cabeza no perder el tren. Igual esperé una hora en la estación. Y volví. *** (Mensaje en clave: Principio, nuestra locura es una burbuja que no nos aísla.)

5 comentarios:

principio de incertidumbre dijo...

Uh, qué loco me siento rara... es como una sensación medio entrevesada en las tripas ver fotos de lugares en los que yo estuve... por ejemplo, el restaurante "Las gárgolas", está a la entrada de el parque de diversiones, ¿no? Atrás de la basílica...lo que me recuerda que cuando era chica hice un cuento sobre gárgolas y lo regalé...No era nada del otro mundo, la fórmula archirepetida de soñar y parece que fuera realidad, pero a mí edad era una idea ingeniosa (según yo).
¿Anduviste en las bailarinas locas? Yo me subí a ese y vomité todo y por eso no subí al montaña rusa, que es poco segura, la verdad...
La basílica es re linda por dentro... te faltó una foto de Cristo, que está al costado, fue la que más me impresionó.
Y yo anduve por abajo, así que vi vírgenes de tuti mondo!
También conozco el museo del transporte y el primer velero de Vito Dumas es lo más! También te faltaron fotos del perro y el caballo embalsamados, no recuerdo los nombres, pero son así como muy emblemáticos y famosos.
La gitana me la perdí, es casi igualita a la de "Quiero ser grande", de cuando tom hanks la usa...linda.
Y sí, muy kistch los que venden chucherías afuera, yo no les compré nada... así nomás.
Bueno, y linda su remera de The Beatles....

Saluti...

P.D. deje de leer a gente loca.

Anónimo dijo...

Excelente post, ya agendé a mi libretita mental que debo visitar ese lugar. Usté debería ser contratado como agente de turismo o algo por el estilo...

Pd: mientras leía esperaba encontrarme con fotos de alguna que otra lápida, pero ésta vez no fue así. No hay cementerios en Luján o sólo se tomó un break?

Saludos.

Marcelo Metayer dijo...

PdI: Hay muchas fotos que quedaron afuera (entre ellas, la del Papamóvil y varias del Museo Colonial), pero se me iba a hacer el relato larguísimo, además de que subir las fotos a Blogger es un proceso que gasta la paciencia... y no tengo mucha.
Gracias por lo de la remera.
Soñé con un gran camino
por donde pasabas sola...

(Paul Eluard)
Beso, pequeño milagro.


Liyo: No llegué al cementerio esta vez, había demasiadas cosas para ver ahí nomás (todo lo que se ve en el post está a tres cuadras a la redonda, salvo la estación). De todos modos tengo que volver un día de semana para bajar a la cripta, que estaba cerrada a causa de la procesión. Ese día espero pasar por el cementerio.
Agente de turismo, mmm, prefiero decir que soy un viajero antes que un turista. Hay una sutil diferencia.

principio de incertidumbre dijo...

Yo no subo las fotos con blogger, prefiero con Html.
Me causó gracia que tengas esa remera cuando yo ando tan "beatlemanía". Sincronicidades locas, ¿no?

Y me tengo que conseguir algo de Eluard, urgente. Demasiados libros por leer y tan poco tiempo (y dinero).

Un beso,

P.D. no es mal laburo el de guía de turismo, me acuedo de mi viaje de egresados, todas estaban detrás de los guías (que eran re lindos).
;-)

Bob Chow dijo...

bien todo esto, me resulta más interesante Luján así que cuando fui en persona. Veo q' hay que tener algún conocimiento de arquitectura.

Punto alto, vito dumas...9mts de eslora, las carabelas tenían el doble. Buena tu sombra desde el Ferris Wheel [me sale mediomundo, no me acuerdo la palabra]