miércoles, junio 28, 2006

Laprida 3. El Balneario

A la mañana siguiente de mi viaje al Cementerio y de mi primera visita a la Feria del Libro (siguiente y último post), fui a tomar unos mates con Carlos Crespo, el papá de Marcelo, mi amigo lapridense. Image Hosted by ImageShack.us Este es Marcelo, que no sé si estará muy de acuerdo con aparecer aquí. Charlamos un buen rato y me ofreció llevarme a dar una vuelta por el Balneario, que está por el mismo camino del camposanto, pero hay que doblar antes hacia otro lado (recuerden esta foto, y se ubicarán). Aquí pueden ver un pequeño instante del viaje, en la máquina, un Peugeot 404 impecable. Llegamos y lo primero que me impactó fue el frío. Estaba acostumbrado a a esas cosas en el pueblo, sobre todo viniendo de la húmeda y pegajosa ciudad de La Plata, pero con todos los mates que habíamos tomado con Carlos, se me había llenado la panza de agua y sentía una ola de frío que avanzaba desde mis pies hacia arriba. El viento, imposible. Igual, todo es una belleza. El Balneario está construido alrededor de una gran pileta, al lado de una laguna que ya existía. En la laguna se siembran peces, sobre todo salmones, para la pesca deportiva. La piscina, de gran superficie, y que ahora en invierno se vacía por completo, es de uso público y gratuito. Por lo se cobra es por acampar; yo estuve una semana en enero de 1997 y la experiencia de nadar de noche, y en las primeras horas de la mañana, cuando el sol ya quema el sobretecho de la carpa, fue magnífica. Estuvimos caminando con Carlos bajo un monte de eucaliptos. Las hojas tapizaban el suelo. Image Hosted by ImageShack.us Image Hosted by ImageShack.us Me contó que todos los veranos, un artesano proveniente de Olavarría viene a tallar este tronco. Cada visita lo va perfeccionando. Image Hosted by ImageShack.us Y he aquí la laguna, solitaria esa mañana. Cada vez que voy, más me convenzo de que Laprida es un lugar donde podría quedarme a vivir, algún día. Me encantaría ir en invierno al balneario, con un libro, un termo con mate, sanguchitos, algo de fruta. Por qué no, con una computadora portátil (puede ser un block) e ideas para escribir. A algunos, la soledad los vuelve locos. Para mí es necesaria. Antes de volver, le pedí a Carlos que me deje retratarlo con su precioso auto. Vean. Image Hosted by ImageShack.us Para el final, la Feria del Libro.

viernes, junio 23, 2006

(Un paréntesis para James Blunt)

Antes de seguir con el relato de viaje, no quiero dejar de mencionar el que para mí, días antes de llegar a la mitad del año, es el mejor disco de 2006. Me refiero a Chasing Time, un larga duración acústico, grabado en vivo en Irlanda, de James Blunt. Image Hosted by ImageShack.us Tal vez sea un lugar común decir que las versiones acústicas resignifican las canciones, y me viene a la memoria de inmediato el MTV Unplugged de Nirvana, a mi juicio el mejor disco de los 90, donde el combo de Seattle se rehizo de las cenizas. Por su parte, el "bueno de James" eleva aún más el grado de melancolía inglesa que ya posee Back to Bedlam y logra un disco notable. Destaco las versiones de High (imperdible final: sometimes it's hard to believe... you remember me); At Your Feet, un clásico de Crowded House, que mejora con esta versión casi a capella; y, sobre todo, la canción más triste del mundo, Tears and Rain, con una interpretación vocal bastante riesgosa y que pasa del bajo al falsete de manera impecable. Aquí les dejo la letra de esta canción, que se ha convertido en una (¡una más!) de mis obsesiones. Y además, menciona a Dorian Gray, como Amaral en Moriría por vos. Mientras tanto, yo muero, ya no sé por quién. James Blunt - Tears And Rain How I wish I could surrender my soul; Shed the clothes that become my skin; See the liar that burns within my needing. How I wish I'd chosen darkness from cold. How I wish I had screamed out loud, Instead I've found no meaning. I guess it's time I run far, far away; find comfort in pain, All pleasure's the same: it just keeps me from trouble. Hides my true shape, like Dorian Gray. I've heard what they say, but I'm not here for trouble. It's more than just words: it's just tears and rain. How I wish I could walk through the doors of my mind; Hold memory close at hand, Help me understand the years. How I wish I could choose between Heaven and Hell. How I wish I would save my soul. I'm so cold from fear. I guess it's time I run far, far away; find comfort in pain, All pleasure's the same: it just keeps me from trouble. Hides my true shape, like Dorian Gray. I've heard what they say, but I'm not here for trouble. Far, far away; find comfort in pain. All pleasure's the same: it just keeps me from trouble. It's more than just words: it's just tears and rain.

miércoles, junio 21, 2006

Laprida 2. El Cementerio

Sigo con la (demorada) historia de mi viaje. Llegué a Laprida a eso de las tres y media de la tarde. Mi amigo Marcelo ya me estaba esperando, con un mate listo, merced a un conocido de la estación de ómnibus. Salimos para su casa, donde apuré unos sánguches y gasesosas. Él se fue para el laburo y yo tomé su bicicleta, dispuesto a volver a ver el impresionante Cementerio, la fantástica entrada creada por Francisco Salamone, el loco de las torres. El camino es sencillo. Hay que salir, dar la vuelta por la plaza, y tomar la avenida San Martín. Más tarde aparecerá la ciclovía, un camino a la derecha de la ruta, por la que se puede circular tanto en bicicleta como caminando o corriendo. En un momento saldrá ante nosotros un cruce. Doblando hacia la izquierda, está el Balneario de Laprida. Siguiendo recto el camino nos lleva al Cementerio. Vean sino esta foto, que es de mayo del año pasado, una mañana de sol. Yo seguí derecho. No había hecho la mitad del camino cuando a mi izquierda volví a ver la entrada de una estancia que siempre me atrajo por su nombre; incluso la recuerdo bien de la primera vez que estuve en el pueblo, allá por enero de 1997. La primer foto es actual, restaurada; la segunda, es de mayo de 2005. Como ven, se habían caído partes de las maderas del nombre. La bicicleta continuaba su curso, y de golpe, bajo las ramas de los árboles, se me apareció la entrada. Y éste era yo, desafiando el frío de la pampa central, la caída de la tarde, la soledad, la amenaza de lluvia. Por fin, la entrada. Es difícil de explicar la sensación de estar allí. No puedo separarla de lo que sentí en mi primer viaje a Laprida, y de lo que sentí al llegar a Azul y ver la entrada de su cementerio bajo la luz de las estrellas de primavera. Salamone puso cimientos en mi corazón, no sólo en la tierra. Como dato accesorio, a principios de este año la cruz y el Cristo fueron restaurados, con un trabajo que costó sus buenos miles de pesos A través de la puerta, lo primero que se ve es un monumento recordatorio para los fallecidos que fueron empleados de la Municipalidad. La tradición se repite cíclicamente, de modo que lo que hicieron fue una réplica del matadero de Azul, cuya foto aparece más abajo. El Cementerio, una vez que se entra, tiene la particularidad de estar prácticamente integrado al campo. Incluso mirando hacia el fondo la pared final está tan lejos que parece que no está, da la impresión que las tumbas se funden con los eucaliptos. < Pero hacia el otro lado, los cuarenta metros de la cruz dominan la mirada. Incluso hubo alguien que se animó a hacer sobre una tumba una copia de la entrada. La noche llegaba, la media luna subía, yo estaba solo. Por un momento me permití pensar qué pasaría si me quedaba encerrado. Detalle kitsch, de paseo por las lápidas. Una tumba decorada al mejor estilo de un recuerdo de Santa Teresita. Ya me iba, cuando me puse a charlar con el cuidador de la tarde. Después de un rato, me dijo que era posible subir al costado de la entrada, si quería sacar fotos. Claro que le dije que sí. La perspectiva cambió. Saludé y volví a la bicicleta, que nadie había tocado. Aunque para ser justos, no vi a nadie por allí durante los cuarenta y cinco minutos que duró mi visita. A la vuelta el crepúsculo se me tiró encima. Tomé más de diez fotos; tal vez esta sea la mejor, pero las demás no dejan de tener su mérito. Para después: la visita al Balneario de Laprida, la Feria del Libro, la presentación de Rock y Dictadura, mi vuelta al pago.

viernes, junio 09, 2006

Laprida 1. El viaje

...and your life becomes a travelogue Joni Mitchell, Amelia Les ofrezco la transcripción de las notas que tomé desde el ómnibus de La Estrella, que salió de La Plata el 6/6/6 a las 6:30 de la mañana. 6.31. Terminal de La Plata. Ya estoy en el colectivo. De a poco se va poblando. Hasta ahora, no tengo compañero de viaje. Si no me equivoco, ya lo tengo. Digo, si no me equivoco, el amanecer me queda del lado opuesto. Espero poder dormir un rato. Cuando salga el servicio LP-Bahía Blanca, de las 6.30, de La Estrella, pienso desayunar una barrita de cereal azarosa, es decir, la tomé sin saber de qué era. Igual, supongo que nos van a dar algo, no sé, un alfajor. Cierran compuertas de equipaje. La Vostok despega. Nos vamos. 7.30. Brandsen. Aparece el cielo. Mucha niebla muy baja. Las copas de los árboles y las espigas asoman de la niebla. Baja gente en lugares inverosímiles. Ya me comí el Rally. Impresionante el olor de ese chocolate. La barra de cereal, impensable: Sandía y Melón. Como juntar a Dios con el Diablo. Justo para hoy. Hay unas rodillas que me masajean la espalda sin preguntármelo. 8.23. San Miguel del Monte. Muy cerca, el pueblo fantasma: Zenón Videla Dorna. Hace mucho calor. Estoy pensando seriamente en quedarme en remera. El colectivo está detenido. 8.45. Pasamos por la entrada de ZVD. El termostato apagó automáticamente la calefacción. Paramos en alguna parte. Sol radiante. Km 123 (ruta nacional 3). 9.02. Acabamos de pasar por Gorchs. Ya estoy en remera desde hace rato. Pienso que hay que viajar de día, hay que romper esa superstición de preferir hacer viajes largo de noche, "así puedo dormir y se me pasa más rápido". Los viajes son positivos; mirar el paisaje, ver el país que no pertenece a las ciudades es grandioso. Voy al baño; después arranco con El Código Da Vinci. 9.45. Las Flores. Quisiera dormir un poco, también, unos mates con facturas. Km 189. Subió una señora con una nena hermosa. Es alucinante el tono de su voz y la entonación de sus frases. Pasamos por un cartelito verde que decía "CEMENTERIO". ¿Hay un pueblo que se llama así? Tengo hambre, quiero el desayuno que me birlaron. 10.18. Entramos en Pardo. 10.42. Cacharí. Falta poco para Parish, el pueblo de Mateo Banks. 11.45. Azul. Bajé a estirar las piernas. Compré galletitas. Frío, más de lo que esperaba. Recambio de gente en el micro. Seguimos a Olavarría. 13.17. Hace más de veinte minutos que estamos detenidos en Olavarría. Tengo sueño, hambre y sed; faltan un par de horas de viaje, y el panorama que nos rodea es horrible. 14.00. El celular marca "No Red". Es el punto álgido del viaje, la sensación poerfecta de estar perdido en la nada. Demasiado sueño para leer, demasiado cerca para dormir. 14.45. Pasamos la rotonda de Laprida. Guardo el mapa. No hay nada más que hacer.