domingo, noviembre 28, 2004

Gota

Ha pasado un largo tiempo desde que dejé aquí mis últimas impresiones. En ese lapso hice realidad un esperado sueño: gracias a la ayuda de un amigo, pude comprar una cámara digital. He juntado montones y montones de fotos, de las cuales muchas considero que son buenas. Como por el momento me manejo con cybers y locutorios para agregar datos a este blog, aún no tuve oportunidad de subir nada. Pero prometo torturarlos con mis imágenes en breve. Hoy en día, otra cosa me preocupa. Desde el año 2001 (casi coincidiendo con la debacle de De La Rúa), vengo sufriendo ataques crónicos de la enfermedad de los reyes, la gota. Aparentemente, los ataques tienen relación con la llegada del verano. Ayer volví a sufrir uno, y todavía estoy con el pie hinchado. Es doloroso, pero más aún es molesto, ya que ocasiona dificultades para caminar. Tengo que tomar una medicación y además seguir una dieta. No debería tomar cerveza, pero a estas alturas eso ya no me preocupa demasiado. Después de este intermedio clínico, que me hace sentir que poco me falta para ser cliente del PAMI, paso a cosas más agradables. La primavera en City Bell continúa siendo digna de atención. Cerca de mi casa hay un inmenso cerezo con flores blanquísimas. Lo descubrí hace muy poco, pero creo que realmente merece estar en el grupo de maravillas del mundo. Las tardes son alucinantes, desde hace más de un mes. Son días de playa sin playa (¡ay!), en los que te cocinás a la tarde y a la noche refresca, con vientito. ¿Para qué seguir? El mar siempre te llama.