lunes, octubre 31, 2005

Saquen la Ñ del alfabeto

El sábado hacía frío por la mañana. Tenía un viajecito por delante, una hora hasta La Plata para firmar el documento del que hablé en el anterior post. Decidí comprar la Ñ para amenizar el viaje por esas soledades de la autopista, que parece que viajáramos por Bahía Blanca cuando estamos a pasitos de la metrópoli. Comprar la Ñ. Para qué. La indignación literaria que sentí a medida que pasaba las páginas iba en aumento. Todavía me dura y acá estoy compartiendo mis ideas con ustedes, para ver si estoy loco o si realmente estamos dominados por la élite culta más snob de la historia. Empecemos por el principio. La tapa de la revista muestra la foto de la reciente ganadora del Premio Clarín de Novela (100.000 morlacos, nada despreciable, la chica le ganó la pulseada a 1366 escritores): Claudia Piñeiro. Título principal: Asesinatos en el country. En la nota vemos que la historia, llamada Las viudas de los jueves, es un policial que transcurre en un barrio cerrado, que además intenta ser una crítica a la década menemista. Porque según Claudia, la literatura tiene una responsabilidad social. Bien. La muchacha conoce el panorama, ya que es una contadora pública que llegó a hacer buena plata en esa misma época, luego se dedicó a la escritura y ahora mismo vive en un barrio de ésos donde asesinan gente con tanta educación. A esta altura, no sé ustedes, pero a mí ya me hervía la cabeza. Son demasiadas cosas juntas. A ver: ¿María Marta García Belsunce, les suena? ¿Oportunismo de Clarín, que le dedicó hace poco una extensa nota al tema? No, por favor, cómo vamos a pensar eso. Y darle cien lucas a una novela que aparentemente, si juzgamos por el fragmento que salió publicado, tiene un tono literario más bien mediocre, que transcurre en una época y un lugar que han sido escritos y reescritos hasta el hartazgo (pegarle palos al menemismo es un cliché recontragastado, de parte de todo el progresismo cultural y político que justamente se enriqueció en aquellos años, pregúntenle a Jorge Lanata cuándo se compró la casa en Punta del Este), digo, tanto premio a tan poca cosa, me parece terrible. Me pregunto cómo serán las otras 1366 novelas. ¿No hay un solo relato original, bien contado, que provoque algo, no sé, una lágrima, un estremecimiento, una emoción cualquiera? Porque Las viudas de los jueves me parece la apuesta de Clarín más obvia para el best seller del verano 2006, novela más lavada que camisa de albañil, y vacía, recontravacía. Lo peor es que desde Ñ se cansaron de escorchar con los escasos valores literarios de El Código Da Vinci y revolean los ojos frente a la alta literatura, se babean con cada novela nueva de Paul Auster, con cada ensayo de Harold Bloom (aquel a quien Cthulhu confunda), con cada bodrio del nuevo cine argentino. Y ahora nos quieren convencer de que ésto es la joven literatura nacional. ¿Y las reseñas de Kanaka (de Juan Duizeide, premio Julio Cortázar 2004, publicado por Alfaguara), por ejemplo, dónde están, que se hicieron? Al tipo lo entrevistan hasta desde Córdoba y Santiago del Estero pero para Ñ, para Clarín, no existe. Y así con un montón. Muchachos, s’il vous plaîs. Como bien decían en X Files, La verdad está ahí afuera. Otra cosa. La Ñ, no sé si es buena o mala, pero sí es perversa la forma en que han cerrado la posibilidad de que se dejen oír otras voces en el ámbito de la cultura. Del mismo modo que Multicanal, también del grupo Clarín, destruyó los canales de cable del interior, Ñ con su precio de venta ridículo pulverizó cualquier intento de disidencia. Entonces los tipos pueden decir cualquier cosa, total todo el mundo los lee porque no les queda otra, a ese precio. Y crean un canon en el que mucho queda afuera. No leí nada del Festival Buenos Aires Rojo Sangre, por ejemplo, y cuando el año pasado el canal Infinito organizó un concurso de mediometrajes de terror tampoco salió una línea. Y no estoy citando cosas exóticas, sino convocatorias de gran masividad. Pero si a Ñ no le importa, no existe. Mi enojo llegó a su valor máximo cuando leí la reseña de librerías de viejo. Resulta que en una de ellas tienen la primera edición de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, de 1957, a ¡300 pesos! Si Rodolfo llega a levantarse de su desconocida tumba, los ametralla sin dudarlo. Un tipo tan cerca del pueblo, que tanto luchó por los que no tenían nada, se indignaría si supiera que sus libros, que escribió para que los lean todos, se cotizan a un precio sólo apto para el millonario bibliófilo. No arrojé la revista por la ventana por unas pocas razones. La principal, el comentario de las increíbles fotos que Edward Curtis les tomó a los legítimos dueños de Norteamérica (indios hopis, navajos, apaches y otros) a principios del siglo XX. Las imágenes son maravillosas y las historia que hay detrás también. Además las cuestiones que plantea la cultura fueguina (suplemento especial) son muy interesantes. Pero sobre todo, la guardé para hacer este largo post, este reflejo de mis huracanados sentimientos. Lo peor es que me siento un poco responsable: si se publican estas cosas es porque yo y todos los que estamos subidos a otros trenes, no hacemos la suficiente presión. No nos escuchan, hasta que una mariposa agite las alas en Alto Volta y provoque que un sesudo crítico de Buenos Aires descubra que hay otra literatura Aparte: son las 9 de la noche del domingo 30. Me acaba de llamar madre para que vea cómo arde el Unicenter Shopping. Y no pude evitar sonreír. Si los peronistas quemaron iglesias, por qué no puede arder este templo del consumismo. No se va a perder nada, salvo, lamentablemente, muchos empleos. Debería seguir el orden de los flambeaditos el Paseo Alcorta, el Alto Palermo y Pacífico (sólo los negocios, el lugar es muy lindo). Fosforito, el amigo oriental, le pifió con sus incendios de mueblerías, la posta era chamuscar shoppings, salir a quemar grasas. Faltaría Charly tocando la lira. Estoy ácido. Influencia de Dr. House, de la lectura de Roberto Arlt y de ver demasiados episodios de los Simpsons. Cualquiera de estas cosas salvaría del fuego, antes que salvar Las viudas de los jueves. Lo siento, Claudia. A propósito. Una vez le preguntaron (boludeces del periodismo, son iguales en todas partes) a Jean Cocteau qué salvaría de un incendio. La respuesta, la más hermosa: El fuego. Besos.

domingo, octubre 30, 2005

Despedida

Voy a enviar mail a todos mis conocidos y desconocidos, pero igual aviso por este medio: A partir de mañana, 31 de octubre, día de Halloween, Noche de Brujas, no tendré más celular. El que estoy usando no es mío y lo voy a devolver. Voy a disfrutar mi breve libertad electrónica por un rato, hasta que me compre otro. En ese caso, será anunciado debidamente.

viernes, octubre 28, 2005

a partir de aquí los acontecimientos se precipitan

Hoy pensaba escribr sobre el fabuloso atardecer, o la visita al Palacio de Aguas Corrientes, o las lágrimas que no pude evitar en el Museo del Holocausto, o mis vicisitudes con los lectores de microfilmes en la Biblioteca del Congreso. Pero cuando venía en el tren de City Bell, muerto de frío gracias a mis bermudas y buzito (había estado enseñando un poco de trigonometría plana), me llamaron por teléfono y cambiaron mi perspectiva del día entero. Resultó ser la abogada que está llevando mi divorcio. Y resultó que mañana por la mañana tengo que firmar la demanda. Y resultó que si todo va bien, en un par de meses estaré libre. Libre para volver a cometer tropelías como, digamos, casarme de nuevo. Libre. Tengo una sensación extraña. Solo en este departamento de Capital (Robert salió a comer con amigos), escuchando a La Oreja de Van Gogh (mortal, Sin miedo a nada, con Alex Ubago), mirando fotos que quizás no debiera, leyendo libros bizarros, mientras en mi mente hay otro que piensa otras cosas, en funcionamento paralelo. Y eso otro piensa en lo extraño que es ser libre por decreto. Estoy condenado a la libertad (el mundo es una cárcel y la puerta está abierta, ya no recuerdo quién dijo eso). Y me duele. No es gataflorismo; es un inevitable sentimiento de fracaso, de sentir que los años que le dediqué a esa pareja fueron años en vano, que toda esa energía fue a parar a la basura. I’ve got too much life running thru my veins going to waste, canta Robbie Williams en Feel. Es algo así. En fin. No puedo negar que estoy (un poco amargamente) feliz. Cierro una puerta para abrir otras, o no. Es mi decisión. *** 11 de noviembre, Amaral en Buenos Aires. Ampliaré en brevedad. Corazón estalla.

jueves, octubre 27, 2005

Jueves Poesía (II)

No voy decir nada del autor de hoy. Para qué. (Salvo que nació un 23 de agosto, como este blog). Disfruten esto, salgan a la noche a ver las constelaciones, amen, vivan sintiendo la dulce locura de los días. Browning resuelve ser poeta Por estos rojos laberintos de Londres descubro que he elegido la más curiosa de las profesiones humanas, salvo que todas, a su modo, lo son. Como los alquimistas que buscaron la piedra filosofar en el azogue fugitivo, haré que las comunes palabras -naipes marcados del tahúr, moneda de la plebe- rindan la magia que fue suya cuando Thor era el numen y el estrépito, el trueno y la plegaria. En el dialecto de hoy diré a mi vez las cosas eternas; trataré de no ser indigno del gran eco de Byron. Este polvo que soy será invulnerable. Si una mujer comparte mi amor mi verso rozará la décima esfera de los cielos concéntricos; si una mujer desdeña mi amor haré de mi tristeza una música, un alto río que siga resonando en el tiempo. Viviré de olvidarme. Seré la cara que entreveo y olvido, seré Judas que acepta la divina misión de ser traidor, seré Calibán en la ciénaga, seré un soldado mercenario que muere sin temor y sin fe, seré Polícrates que ve con espanto el anillo devuelto por el destino, seré el amigo que me odia. El persa me dará el ruiseñor y Roma la espada. Máscaras, agonías, resurrecciones, destejerán y tejerán mi suerte y alguna vez seré Robert Browning. Jorge Luis Borges (1899-1986)

miércoles, octubre 26, 2005

Mis Celáneas (II)

Hoy para Lore.
1. Historias familiares. Mi mamá decía que al poco tiempo de nacer yo me quejaba mucho, y que el médico le aseguró que su leche era pobre y no servía. Pregunté quién me había amamantado, entonces. Mi papá, seguro: "La Difunta Correa”.
Padre haciendo el crucigrama de la Viva.
2. Salió el nuevo CD de Robbie Williams, Intensive Care. Ya lo tengo (el pop es uno de mis vicios, sin ninguna vergüenza). Lo estoy escuchando ahora mismo, a las nueve menos cuarto de la noche del martes. Recomiendo esta hermosa balada: Advertising Space (Track 5). Recuerdo la primera vez que escuché Tripping (Track 2, corte de difusión), en la habitación 13 del hotel de Azul. Estaba tirado en la cama anotando detalles del viaje, cuando oí una voz inconfundible. Levanté los ojos hacia el televisor y me deslumbró el video. Pesadilla tras pesadilla: correr y no moverse, encierro en el laberinto, niño con cara de adulto (Landrú inventó alguna vez un engendro llamado el Chipecondien, un bebé con dientes enormes; me acordé de eso). 3. Leo en la revista Ahora, del 28 de octubre de 1955: Para las transfusiones que se le practicaron a Eva Duarte de Perón, para mantener apenas su agonía en el propio temblor impenetrable de su muerte, se recurrió a la sangre de los niños del Orfelinato de la ciudad de La Plata. Cuanta poesía. La leyenda negra del peronismo está llena de perlas como éstas, que algún día comentaré con más detalle. 3. La CAPIF (productores discográficos, el equivalente de la RIAA en Estados Unidos) te muestra carteles mientras usás el KazAa para advertirte que si bajás mp3 sin derechos estás en falta. Tiembla internet. 4. Humor negro. “Mamá, ¿puedo ir al circo?” “No, si te quieren ver que vengan a casa”. / “Mamá, el abuelo se tambalea.” “Disparale de nuevo.“/ “Mamá, ¿por qué estamos empujando el auto hacia el precipicio?” “Callate que vas a despertar a tu padre.” 5. Super Álbum Casos Fantásticos, publicado por Cielosur Editora (la de Cuarta Dimensión) en 1978. Nunca pude hallarlo; si alguien lo tiene, por favor chifle. 6. Las consecuencias de mirar televisión por la mañana mientras se toma mate todavía deben ser investigadas debidamente. Pequeño repaso: En canal 7, noticiero matutino. Me entero de que el conejo mascota tiene su propia pagina web donde uno puede enviar su foto (ya envié): www.pepepompin.com.ar. América presenta, mientras tanto, uno de mis programas favoritos. Se trata de Pare de sufrir, el especial de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Ficcionalizan casos reales de sufrimiento con actuaciones para el Oscar, ideal para reírse de la desgracia ajena. En Crónica TV, una ambulancia volcó en Los Hornos, por lo que los pacientes sufren más traumatismos de los que ya tenían. Pongo Fox, y veo un largo infomercial en el que me entero de las maravillosas propiedades regenerativas (“cambiará su vida”) del Gel de Baba de Caracol. Las mujeres se han puesto muchas cosas en la cara a lo largo de la historia, pero esto es demasiado. Qué seguirá, no sé.
7. Mañana arranca el festival Buenos Aires Rojo Sangre. No pude ir a la charla sobre Partículas Subatómicas de ayer, pero sí prometo crónica de lo que pueda ver del Festival. En el post de mañana por la mañana, cuando ya haya averiguado la programación, les cuento a qué hora voy a estar por ahí. Tal vez alguno de ustedes se quiera prender.

martes, octubre 25, 2005

Requiem por una parte del pasado

La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Así empieza famosamente El Aleph. Es la mejor frase que he leído acerca de los cambios que trae el paso del tiempo, y la que siempre recuerdo cuando algo ocurre. Hoy me enteré de una muerte, de una pequeña muerte que se suma a las miles que han sucedido desde que comienzan mis recuerdos. A partir de hoy no sale más el diario Crónica.
Image Hosted by ImageShack.us
Crónica, la Crónica, fue una fuente inagotable de inspiración para generaciones de delirantes y periodistas de lo absurdo y bizarro. Guardo aún muchos suplementos Crónica del fenómeno OVNI, y el estilo de sus policiales fue único. Vean sino el documental Tinta Roja, hecho por el prestigioso equipo Cine Ojo. Pero por sobre todo, para estrafalarios pendolistas como yo, Crónica era la Meca del Periodismo. Muchas veces soñé con trabajar en su redacción, o en Crónica TV. Ya nunca estará en mi futuro, y el pasado se irá haciendo cada vez más pasado. Dolor debe haber en el ámbito del arte. *** Mis sinceras condolencias con los 72 trabajadores despedidos.

domingo, octubre 23, 2005

Elegir

Os haré salir por vuestro propio nombre, sacaré de los infiernos a los canes que custodian la Estigia, y los expondré a la luz de lo alto. Buscaré en todas las piras, observaré todas las exequias, os haré salir de vuestras tumbas, y os alejaré de todas vuestras urnas. Y a ti, Hécate, que acostumbras disfrazarte en la asamblea de los dioses, te haré aparecer ante ellos, pálida y cadavérica, y te impediré cambiar tu rostro infernal. Lucano, Farsalia

viernes, octubre 21, 2005

Pérdidas

Toda nuestra vida es una sucesión de pérdidas. Salimos del vientre materno perdiendo el plácido discurrir de las horas sin saber si es de noche o día, disfrutando flotar en la amable inconsciencia. Vivimos la infancia en una sucesión de milagros, y perdemos esas maravillas con el proceso que estúpidamente llamamos maduración. Siempre vivimos a pérdida: vamos a algún lugar y sabemos que deberemos irnos, compro la Coca sabiendo que se me termina, entro al cine pensando en la música de los títulos. El orgasmo nos arrebata el placer continuado en nombre de una efímera gloria. Al final perdemos todo. El sentido de todo es vacuo frente a la muerte. Viene Atropos, corta el hilo y el hijo de puta se lo lleva y no nos queda otra que mirar cómo se va con lo más nuestro. Las ganancias son ilusorias. Somos muertos conversando con otros muertos que nada se pueden llevar del otro lado, y hasta hemos perdido toda ilusión de que haya otro lado. Que tengan un buen día.

Viernes Poesía (I)

Bueno, aquí estamos, con un poco de retraso. Son las once y media de este tremendo viernes, en que el sol nos recuerda que no falta tanto para el solsticio de verano. Pensaba arrancar con un texto de Borges, como lo hice aquel agosto del año 2000 en el sistema de correo electrónico interno de PricewaterhouseCoopers, pero me pudieron más (la primavera fúnebre, diría Panchito López Merino) las refulgentes palabras de Alejandra, la dulce Alejandra. En octubre del 2001 (ya, cuatro años, cuatro eternidades, vidas vividas sin descanso) compré las Poesías Completas de Alejandra Pizarnik, uno de mis libros más queridos. No entiendo del todo lo que dice en varias partes, pero no importa, porque esas palabras crean su propio mundo (en el principio fue el Verbo) y atraviesan mi corazón como una lanza incandescente. He aquí, entonces, la primer entrega de poesía en este blog que ha visto muchas cosas, pero pocas tan buenas como ésta.
Sous la nuit Los ausentes soplan grismente y la noche es densa. La noche tiene el color de los párpados del muerto. Huyo toda la noche, encauzo la persecución y la fuga, canto un canto para mis males, pájaros negros sobre mortajas negras. Grito mentalmente, me confino, me alejo de la mano crispada, no quiero saber otra cosa que este clamor, este resolar en la noche, esta errancia, este no hallarse. Toda la noche hago la noche. Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae lentamente. Toda la noche escribo para buscar a quien me busca. Palabra por palabra yo escribo la noche. Alejandra Pizarnik (poema enviado a Félix Grande en agosto de 1972 )

miércoles, octubre 19, 2005

Mis Celáneas (I)

Hoy no tengo intenciones ni ganas de apabullarlos con una larga historia. Sólo son cosas que (se) me ocurrieron a lo largo del día y que quería compartir. 1. Mi mamá me mandó esta mañana un mensaje de texto preguntándome algo. Yo le respondí. A su vez, ella me contestó lo siguiente: Regio. Un fenómeno, mi mamá. 2. El jacarandá que se ve desde el balcón de esta casa, la de Robert, ya está echando hojitas. La última vez que lo miré con atención estaba pelado. Y no fue hace mucho. 3. Mi gata Katrina, amante de los mapas, como su dueño. Recostada sobre Carhué y Salliqueló. 4. Otra vez mi mamá. De mi Diario de sueños, entrada del 14/06/2004: caminaba por los subterráneos de Londres, embargado de alegría. En cierto momento me asomaba a los techos abovedados de los túneles y miraba hacia el horizonte. Me daba vuelta y estaba la barandilla de un puente. A lo lejos cruzando el río vi, un punto, a mamá. Estaba a mucha distancia, pero oí bien clarito sus palabras: Marce, bajate de ahí que te vas a caer. 5. Sí, ya sé, está en el sidebar, pero por favor no dejen de pasar por Infiltration.org. 6. La foto no le hace justicia al color bermellón de este vino. Ni se imaginan el sabor. De Bodegas El Portillo, rosado de malbec. Mañana vuelve, a pedido del público (bueno, de mis amigos) un ciclo que hizo historia hace muchos años: Jueves Poesía. Nos vemos.

martes, octubre 18, 2005

"et le temps est venu de juger les morts" (Apocalypse, 11:18)

Son las nueve menos veinte de la noche y acabo de llegar. Hago estas referencias de cronómetro porque acabo de llegar de una charla en la Sociedad Científica Argentina sobre Viajes en el Tiempo. No me miren así. Éramos más de cincuenta los congregados en el auditorio Florentino Ameghino, donde un escenario enorme quedó tapado por un telón negro como la noche para que sólo pudiéramos ver un escritorio. Allí estaba sentado el el ingeniero Claudio Sánchez, cuyo currículum incluye haber escrito en Humor y Juegos y la publicación de un libro llamado Física Mente. (Yo lo había visto en el hall, mientras esperábamos para entrar, y no me había llamado la atención. También andaba dando vueltas como fiera enjaulada un pibe de remera azul sin mangas y pelo largo, de unos veinte años, que me chocó en la puerta y que más tarde tendrá protagonismo inaudito). La conferencia arrancó con unas consideraciones físicas: el viaje en el tiempo, no se olviden de ésto, no viola ninguna ley física fundamental. A mí me quedaron ciertas dudas, pero me las guardé. Fui a escuchar, no a mostrar lo que yo sabía. Otra: las leyes de la física son simétricas con respecto al tiempo. No hay una obligación de la dirección en que éste transcurre, para los fenómenos físicos. De modo que si uno ve una filmación de un crepúsculo, no hay forma de determinar si estamos viendo una puesta de sol o la salida pero pasada al revés. El ejemplo no es muy feliz desde mi punto de vista pero es lo suficientemente gráfico. Después de aclarar que no se iba a meter en terrenos inhóspitos para no confundir a los no iniciados, Sánchez señaló que las ecuaciones matemáticas aseguran que es altamente posible que una partícula que entra en un agujero negro salga de él en un momento anterior. Como siempre, la matemática supera la realidad; pienso en mis queridos números complejos y me emociono. Luego empezó con lo que sería el núcleo de su charla: las citas literarias y cinematográficas. Agotó todos los lugares comunes: Volver al Futuro, Terminator, los cuentos de Frederic Brown. Lo mejor (tome nota PdI) fue cuando citó el Especial de Halloween de los Simpsons, aquel memorable episodio en que Homero construye una máquina del tiempo con una tostadora y viaja al pasado, siempre pensando en que no debe cambiar nada (tal como le dijo Abbe J. Simpson el día de su casamiento: “Hijo mío, si alguna vez viajas al pasado, no debes matar ningún animal ni alterar nada”), pero claro, mata un mosquito y varios dinosaurios. Luego regresa al presente y por supuesto, todo se ha modificado... Otras citas fueron de El Túnel del Tiempo (al demonio la paradoja temporal, alteremos todo que se acaba el mundo) y de la extraña novela de Asimov El fin de la eternidad, el número 1 de la colección de ciencia ficción de Hispamérica en los 80, inolvidables tapas azules y letras plateadas. La charla se hizo un poco más erudita cuando habló de Borges y la flor que Coleridge puso en la almohada del soñador, y la otra flor, la que el protagonista de La máquina del tiempo trae de un lejano futuro. Y también, la que a mi juicio es la más hermosa de las paradojas, que ya veo que sólo paradojas produce la literatura con respecto al tiempo: la llamada de la “energía creadora”. Se trata de que alguien viaja al pasado interesado en una obra artística y de alguna manera contribuye a la creación de esa obra. El ingeniero habló de un tal Morniel Mathaway, pintor, que se entera de que es famoso en el futuro por un crítico del siglo XXV que lo visita en su taller gracias a una máquina de tiempo. El pintor viaja al futuro para vivir la gloria en carne propia y el crítico termina pintando sus cuadros, según el argumento creado por William Tenn. A ésto yo le añadiría la fabulosa novela Las puertas de Anubis, de Tim Powers, donde un especialista en el poeta William Ashbless viaja al pasado y termina escribiendo él mismo los poemas de Ashbless; él es Ashbless, y también él crítico. Habían pasado cuarenta minutos de esta introducción literaria que, sin ánimo de cancherear, yo también podría haber hecho, cuando las cosas se pusieron más científicas. La baqueteada teoría de la relatividad tiene entre sus consecuencias el que si un objeto está en movimiento en un sistema de referencia, el tiempo transcurre distinto con respecto a otro objeto que permanece quieto. Esto se calcula con unas sencillas ecuaciones llamadas transformaciones de Lorentz y el efecto es tanto más apreciable cuanto más se acerca el objeto a la velocidad de la luz. No es chamuyo: si le creemos a Sánchez, se ha comprobado en aviones a reaccíón. Son diferencias de fracciones de segundo, pero igual existen. Y luego llegamos a otra abstracción matemática, la tan mentada Cuarta Dimensión. No deberíamos, afirmó el ingeniero, confundir dimensiones geométricas con dimensiones algebraicas. Por ello, si el tiempo es una cuarta dimensión, no es otra dimensión espacial agragada a las tres conocidas. No hay manera de moverse libremente en ella. La charla “normal” terminó cuando Sánchez dijo que la única manera que la ciencia reconoce como de viaje en el tiempo, y que no está en contradicción con las leyes físicas, es la de retorno de la entropía, de retornar a un sistema a un estado anterior. Eso sería un viaje al pasado fácil de realizar. Hasta aquí, todo previsible, dentro de un marco de tranquilidad, en el que muchas cabezas calvas y barbadas asentían a cada afirmación del científico. Pero en ese instante dio comienzo la tanda de preguntas. ¿Se acuerdan del flaco de remera azul? Estaba sentado muy cerca mío. Y levantó la mano. Y habló. Y contó, sin ningún pudor y en voz muy alta, cómo él había viajado en el tiempo durante un crucero por el Amazonas. Cómo había descubierto que en un lugar cuyo nombre no entendí existía un pliegue del espacio tiempo y allí era posible viajar al pasado y al futuro, es cierto que involuntariamente. Hablaba el flaco y la gente lo miraba con ojos enormes. La mujer que estaba sentada a mi lado me susurró “Pero este pible está chapita” y el resto del público no ahorraba las sonrisas. El flaco había visto a su hermana ya fallecida, a sus primos, a toda su familia, en carne y hueso. Había vuelto para contarlo. Y aseguró que en ese lugar, donde el tiempo hace remolinos, si uno gira para la derecha va al futuro y si gira para la izquierda va al pasado. Le preguntaba al conferenciante si creía que ésto fuera posible. ¿Cómo responder? El moderador de la charla -que había presentado a Sánchez, al comienzo- lo mesuró al flaco con educación. Lástima. Las preguntas que siguieron fueron más aburridas, y tenían que ver con el determinismo y la imposibilidad de la negación de la entropía. Un par de conceptos finales de Sánchez. No hay máquinas del tiempo, porque si no estaríamos llenos de turistas del futuro. Y cómo sabemos que los hay, no lo sé. Lindo tema para una novela. También, que las paradojas temporales rompen nuestra noción intuitiva del transcurso del tiempo en un solo sentido. Como si las nociones intuitivas siempre fueran ciertas. Conclusión, triste (como siempre): viajar en el tiempo, como lo imagina la literatura, es imposible para la ciencia actual. Esa chica que ayer te besó y hoy te odia, no volverá a besarte jamás. Los muertos no volverán a levantarse. Nada secará esos árboles que tocó la tormenta. Decir que la memoria es la única forma de volver, es una salida fácil, pero también cierta. Lo que no te evita, la memoria digo, es el dolor. Terminó, llegó -siempre llega, el tiempo siempre te alcanza, el río siempre se inunda- el final. Podría haber hecho buenas migas con cercanas señoras, en particular con la que estaba a mi lado, pero de algún modo me urgía salir antes Arranqué por Santa Fe, llena de gente que hablaba de moda y cosméticos y bebía cervezas sin saber que pocos minutos antes un grupo de cincuenta locos estaba escuchando una charla sobre viajes en el tiempo. La semana que viene, en el mismo horario (martes 19:00) y en el mismo lugar (Sociedad Científica Argentina, Av. Santa Fe 1145) habrá una charla sobre Partículas Subatómicas. El Navegante Solitario, si todo va bien, promete asistencia y comentario. *** Extraños meandros tiene el tiempo, distancias imposibles de medir: entre el apesadumbrado post de ayer y el de hoy distan mil años. Los ojos que imagino fijos en mí cuando cierro los ojos, están congelados en el futuro. El gorrión vuela en la noche que aún no cayó, bajo estrellas aún desconocidas.

lunes, octubre 17, 2005

Día peronista

Image Hosted by ImageShack.us
El sol brilla y ya empiezan a florecer los jazmines invisibles. La gente sonríe y te dice "qué lindo día, no". Los chicos son chispas de luz en las veredas. Todo el mundo está contento. Y yo no. Sigo arrastrando este cuerpo inútil por la vida, sabiendo cómo resolver una ecuación de números complejos pero desconociendo el funcionamiento de la sociedad. Tengo 36 años sobre mis espaldas y estoy cargado de angustias adolescentes. Ya no sé qué hacer. Pienso en uno de mis ídolos, Kurt Cobain, y me estremezco. Lo peor es que sé que el mundo es un lugar lleno de tesoros por descubrir. Y a veces, como hoy, no tengo ganas de intentarlo. Sigo esperando el llamado de los gorriones, pero vuelan cada vez más lejos.

sábado, octubre 15, 2005

Paperback Writer

A pedido del público en el blog amigo Principio de Incertidumbre, decidí poner a disposición de todo aquel que se anime mi primer novela. Esta historia arrancó en 1998, como novela juvenil para un concurso de la Editorial Colihue. No pasó nada; el original entregado tenía demasiados errores de tipeo, debido a la premura con que fue armado, y de todos modos había que corregir unas cuantas cosas de la historia. Tiempo después, con el fin de apuntarme al certamen de Clarín, el texto fue ampliado. Tampoco hubo resultados. El año pasado en ocasión de un tercer concurso literario sufrío la última corrección. Se imaginarán el resultado. En fin. Le tengo mucho cariño a estas páginas que invito a recorrer. Fue mi primer incursión en el género, y la historia pasó por muchas idas y vueltas hasta llegar aquí, a mi blog. El archivo está acá. Que lo disfruten, o lo sufran. *** Gorrión diminuto aletea en mis sueños lúcidos.

viernes, octubre 14, 2005

Retratos

El domingo pasado estuvimos con Abril en la misma plaza de siempre, en el centro de City Bell. La tarde era maravillosa. Jugamos y nos tiramos en el pasto a disfrutar del sólo hecho de existir y de tenernos. Primero se recostó en mi regazo. Luego fue a juntar piedritas y me trajo plumas de un pájaro muerto. Luego me pidió papel y una lapicera y se puso a dibujar. Y terminó haciendo mi retrato. Éste soy yo a los ojos de mi hija. Abril, Abril Aimée, Abril Aimée Metayer, heredera del mundo, no podría amarte más: no cabe en un corazón humano.

lunes, octubre 10, 2005

La noche que la luna salió tarde

14 horas. Aquí, El Triste, cada vez más Triste, desde la soledad del tren Constitución - Bosques - Temperley, de nuevo con el corazón partío. La tarde es espléndida. La luz hace firuletes al pasar por los agujeros del techo de Constitución. Corre una brisa muy suave y las libélulas se fueron a dormir: no hay pronóstico de lluvia. Encontré en un asiento el número 634 del Semanario de Berazategui, revistita de la Asociación de Católicos Laicos. Allí me topé con una nota dedicada a desentrañar los mensajes subliminales en las canciones de Piñón Fijo. De este modo, cuando en "El Twist del Mono Liso" dice "la llevaba en su jaulita", pasado al revés resulta "ni la cruz se va a besar". Hay más ejemplos que me cuesta transcribir. El tren está por salir. Estoy un poco mareado, no he dormido bien. La vida es terrible, es hermosa. Yo, el Navegante Solitario, con una morsa apretándome el pecho, y me encuentro esta revista, y el sol explota en las ventanillas, y hasta el olor a betún de las vías me parece bello. (Miro mi celular cada cinco minutos esperando un mensaje que no llega, el canto de un gorrión lejano). En mi bolso llevo los relatos oníricos de Randolph Carter, otro viajero solitario. Lovecraft sabía bien lo que era soñar. ¿Recuerda, sir Zaaar?
Me tumbé en el suelo sólo para oir crecer la hierba y hasta mí vinieron todos los sonidos de la tierra. Escuché a los insectos en sus mil rituales y las plegarias que cayeron del cielo ¡Quién sabe! si haciendo espirales... La noche que la luna salió tarde. Me tumbé en el suelo sólo para oir crecer la hierba esperando un sueño que como un enjambre me envolviera y que me hiciera oir las rimas de antiguos romances pero sólo oí llorar a los que fueron amantes un sólo instante... La noche que la luna salió tarde la noche que la luna salió tarde. Me tumbé en el suelo sólo para oir crecer la hierba y escuché más cosas, muchas más de las que yo quisiera: El sonido de tus lágrimas al derramarse el eco de tus pasos al alejarte y el tiempo pararse... La noche que la luna salió tarde la noche que la luna salió tarde
Del desaparecido grupo español 091. La versión que yo conocía es de Amaral. Gorrión diminuto aletea en mis sueños lúcidos.

sábado, octubre 08, 2005

Devociones

Como bien saben los lectores constantes del blog, hace rato que tenía la idea de una excursión a Luján, atraído por el kitsch religioso y la arquitectura de la imnensa basílica. Después de idas y venidas, decidí concretar el viaje para el sábado primero de octubre. Tomé el tren en Once a las 11:02. Debía bajar en Moreno para hacer la combinación con el tren 2713 que rumbea para Mercedes. Hasta ahí, fenómeno. Pero a la altura de Ciudadela, vi que la avenida Rivadavia estaba cortada, y mucha gente caminaba por ella. Gente con banderas, bastones, imágenes de la Virgen de Luján... Ahí me di cuenta de que justo había elegido para hacer miniturismo ¡el día de la peregrinación! Juro que fue coincidencia. Por supuesto, el 2713 era un pandemonium. Muy difícil ubicarse en cualquier lado. Me puse a hablar con una chica que estudia en la Universidad de Luján y me dijo que: “generalmente este tren va vacío” y “elegiste el peor día para ir de visita”. (Ella después se bajaría antes de la partida del tren). Llegamos a la estación con apenas diez minutos de retraso. Ahí me enteré de que la basílica estaba como a veinte cuadras. Había que caminar nomás. Munido de una Coca de 600 cm3 (tales botellitas estaban por todos lados, asumo que en cualquier momento dicha marca auspiciaría la procesión), me puse en marcha. Luján es una ciudad de casas bajas, que permiten al sol caer impiadoso sobre el desprevenido paseante. Y de golpe sobre la línea de los techos, las torres. El corazón me dio un vuelco. Llegué, levanté la cabeza y ahí estaba. Desde el nivel del suelo da vértigo y tortícolis. Noten que al pie de la imagen hay cuatro gárgolas. Según el material turístico oficial, representan la huida del Demonio de la casa de Dios. Todos las hemos visto en las catedrales góticas. Pero pocos le han sacado partido como los dueños de esta parrilla. La ciudad estaba llena de peregrinos. Casi todos andaban arrastrando los pies, o rengueando, o apoyándose en un bastón. La venta de curitas y pomadas chinas debe crecer astronómicamente este día. Después de admirar el exterior de la basílica ( por cierto, parece mucho más antigua que la Catedral de La Plata, cuando se llevan pocos años), entré. Habían corrido los bancos de la nave principal para dejar entrar más gente. Al camarín de la Virgen (el lugar donde está guardada la famosa imagen que los bueyes no podían mover) se llega dando la vuelta detrás del altar. Di unas vueltas y me encontré con esto: He visto exvotos (agradecimientos de fieles) en muchos muros externos, pero nunca en el interior de una iglesia y menos integrados a la arquitectura de esta manera. Me sorprendió sobremanera. Todo el interior del ábside está lleno de ellos. Salí de nuevo al sol, hacia la plaza que está enfrente. donde se apiñaban los peregrinos. Yo reconozco que soy un ateo convencido, pero me emocionan ciertas cosas, quizás por no poder entenderlas. Como el caso de este muchacho; quién sabe qué promesa traía desde tan lejos. Miré a mi alrededor. El sábado, el único canal transmitiendo en directo era Canal 7. Les presento el camión de exteriores, última generación tecnológica. Por supuesto, lo primero que salta a la vista en la plaza, y en toda la ciudad, son los puestos de kitsch religioso. Sí, es cierto, Jesús echó a patadas a los mercaderes del templo, pero igual todo esto me fascina. (Mis amigos, pobres, ya me han soportado en este sentido): Son juguetes que deberían transportarnos hasta Dios. El rosario: una máquina de rezar, análogo a los cilindros de oraciones tibetanos. Y claro. Esta foto no podía faltar. Señoras, señores, desde la plaza, un plano general del frente de la basílica. Bienvenidos a la imagen. Ahí nomás, a pocos metros, está el Complejo Museográfico Enrique Udaondo. Está dividido en dos museos: de Transportes y Colonial. Entré a ambos. En el Museo del Transporte muchas maravillas vi: la Porteña (primer locomotora); el hidroavión Plus Ultra, que fue el primer avión en cruzar sin escalas el océano atlántico; carrozas fúnebres del siglo XIX; el Papamóvil que usó Juan Pablo II en su visita de 1987; y mucho más. Pero se me hizo un nudo en la garganta y me corrió un sudor frío por la espalda cuando vi esto: Se trata del Lehg I, el primer velero de Vito Dumas, el original Navegante Solitario. Con esta cáscara de nuez, el tipo dio la vuelta al mundo solo, por los Cuarenta Bramadores (paralelo 40º sur) y en sentido contrario a los vientos dominantes. Por esto, los marinos contemporáneos afirman que hizo un pacto con Mandinga, y evitan nombrarlo: es yeta. Seguí viaje al otro Museo. Allí se reproducen escenas de la vida colonial con muñecos de cera, que poseen una analogía de vida inquietante. Miren si no esta sala. No me quedaría de noche aquí solo... Los perfumes de las flores eran más que el aire. Una maravilla. Pasó más de una hora antes de que quisiera salir. Rumbeé para el río Luján. Bordeando la ribera hay unas barrancas con restaurantes y más negocios. En uno de ellos, casi de casualidad, di con esta belleza. Una gitana electromecánica, que cuando se le pone una ficha se mueve para tomar una tarjeta del destino. Me quedé embobado mirándola y por supuesto que tengo una de esas tarjetas. La propietaria me contó que el muñeco tenía más de 80 años, que había dado vueltas por toda la Argentina y que hacía unos 20 que se había quedado en Luján. Crucé uno de los puentes sobre el río. El día era asombrosamente bello. Me llegué hasta un parque que hay del otro lado. Mientras comía un pancho, feliz almuerzo del Navegante, me seguían asaltando las imágenes. Luego hice algo que deseaba desde muy chico. Subir a la aerosilla. Primero hay que afrontar unos cincuenta escalones en espiral. Luego, después de pagar, a uno lo ubican en una marca del piso y la silla viene despacio por atrás. Se sienta, lo acomodan, traban el seguro (todo esto en movimiento) y afuera. Y me descubrí colgado, suspendido sobre decenas de metros de aire. Fue uno de los momentos más hermosos del día: se me vinieron a la cabeza todos los sueños lúcidos en los que suelo volar jubiloso. ¿Ven mi sombra a la izquierda? Llegué al otro lado. Y el flaco de la boletería (“¿viniste caminando? Ah, en tren. ¿Cómo? ¿Viniste solo?”) accedió a tomarme esta foto, que cierra mis aventuras de hoy. He aquí al Navegante, con remera de los FabFour, a sus espaldas el ábside de la basílica. La vuelta fue aburrida y cansadora. Lo mejor fue pasar por la plaza del centro de Luján, llena de pérgolas con glicinas que de todos modos no pude disfrutar porque sólo tenía en la cabeza no perder el tren. Igual esperé una hora en la estación. Y volví. *** (Mensaje en clave: Principio, nuestra locura es una burbuja que no nos aísla.)

lunes, octubre 03, 2005

Interludio

Entre el relato de un viaje y el relato de otro, siempre queda tiempo para detenerme y mirar cómo crece la mujer que más amo. Agarrarse con las manos, dejarse caer, levantar un pie, el otro, tomarse con las corvas, mirar hacia arriba, sonreírme. Sonreírme. Lo demás que pasó en el día es un borroso recuerdo.