Hoy para Abril
I. Pensaba dividir estas reflexiones en tres partes, pero estuve demasiado ocupado y van a ir en dos, y la trilogía me quedará en bilogía. Así que por favor disculpen la extensión de este post; prometo para el 2006 escribir con más brevedad.
II. Jueves Poesía
Y bueno, alguna vez tenía que llegar el momento. Les voy a presentar un poema mío, escrito en un infinitamente lejano año 2001. Algún día les contaré todo lo que pasó en ese año. Hoy, les dejo esto.
la belleza durmiente
nube bajo las sábanas
blanco contra blanco
un perdido rayo de sol
te toca y me deslumbra
tus ojos mirando hacia adentro
tu cuerpo se estremece
hundido en el sin par terror de un sueño
te acaricio la frente suave
huelo tu aroma
pétalo de jazmín
te calmas
aparece el reflejo de una sonrisa
estarás sonriendo en tu sueño
y otra vez tranquila
vuelves a la oscuridad
mientras yo te velo
nube bajo las sábanas
leve y blanca, leve y blanca
III. La Navidad estuvo buena. La pasamos con mi hermana, su marido, y parientes de él. Además vino mi tía Nelly de Santa Teresita, un fenómeno.
Rescato esta foto en la que mientras mi hermana Carolina amenaza emborracharse con una sidra, un servidor hace lo propio con una gaseosa Axis ($1 los dos litros y cuarto).
IV. Poco fui al cine, pero mucho vi en VCD, el formato trucho por excelencia. Ayer hablaba con mi mamá acerca de que mientras las leyes y las organizaciones artísticas tratan de impedir las copias ilegales y su comercialización, la tecnología de consumo cada vez incita más a la piratería. Hoy se consiguen discmans que reproducen mp3 y VCD, y mi hermana puede ver archivos DivX en su DVD. Un video VCD bien hecho rivaliza en calidad de imagen, aunque no de sonido, con un DVD, y sale mucho más barato; además, no hace falta una computadora de la NASA para verlo.
De todo lo que han contemplado mis ojitos, me quedo con tres películas: El Efecto Mariposa, con Ashton Kutcher, Final Fantasy (ya comentada aquí) y La casa de las dagas voladoras (en el cine, hermosa, impresionante).
Hablo de El Efecto Mariposa más adelante. En cuanto a La casa de las dagas voladoras, es una película de artes marciales deslumbrante como El tigre y el dragón, y una historia de amor desgarradora. Moraleja final: El amor verdadero siempre muere.
Pero es tanto lo que no he podido ver.
V. La memoria es lo que más he ejercitado este año, en el que muchas veces tuve que escapar de la cruenta realidad para irme hacia otra parte. Por eso me han fascinado dos relatos que tienen que ver de forma directa con la memoria. En El Efecto Mariposa, el protagonista lleva un diario desde su infancia y al crecer se da cuenta de que cuando lee un fragmento vuelve allí y puede cambiar los hechos... pero al volver las consecuencias de ello son impredecibles. Una película impresionante, con matices oníricos. Muy buena la actuación de Kutcher, el flamante marido de Demi Moore, el insoportable Kelso en That 70’s Show.
La otra pelicula en cuestión se llama The final cut (no sé su título en castellano) y la protagoniza un amargado y sorprendente Robin Williams. El tipo es montajista, de ahí el cut, corte, del título, pero no hace montaje de cine, sino de recuerdos. Porque en la ficción de la película, que transcurre en un presente alterno, a la gente se le inserta un chip desde bebés que registra todas las imágenes y sonidos hasta la muerte del portador. En ese momento, se extrae y un montajista, o editor, “arregla” la película y se exhibe a los familiares, que pueden contemplar la vida del occiso (cual dicen que pasa frente a tus ojos toda tu vida justo antes de morir). Williams es el mejor de todos los editores... hasta que se enfrenta con su propio pasado.
Las dos películas tienen visiones disímiles en el valor que se le da a la memoria. En la primera, los recuerdos son lo único que puede cambiar el presente; en la segunda, se ha convertido en un valor comercializable y la gente reacciona, hay grupos subversivos anti implantes.
¿Y yo? A veces me gustaría que ambas fueran verdad. Que recordar con la suficiente intensidad nos haga volver a vivir el pasado, y que podamos volver a ver todo como en una película. Si Borges tiene razón, si el idealismo es una postura válida para explicar el universo, si creamos las cosas con nuestros pensamientos, si como afirman los teósofos hay un Akasha o memoria del universo...
VI. Ayer, 28 de diciembre de 2005, acompañé a mi tía a Escobar. Allí está enterrado lo que mi tío dejó al morir: unos huesos, jirones de ropa, oligoelementos que ya se deben haber integrado al humus. Etcétera. Personalmente, estoy seguro de que la esencia de mi tío desapareció al morir. Pero si mi tía piensa distinto, y cree que el cuerpo de mi tío resucitará en el Juicio Final, no soy quien para contradecirla. Así que a las nueve de la mañana, ya con 27 grados, tomamos el tren hacia Constitución.
Resumo la odisea: tren a Constitución - colectivo 98 a Once - micro Chevallier a Escobar - colectivo local hasta el cementerio (después de pizza, pepsi y pispear algunas muchachas de la zona, bastante potables). A la una de la tarde, el sol caía sobre nosotros con toda la fuerza de los rayos cósmicos, taladrándonos el cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo. Era la hora en que las lagartijas duermen la siesta...
El cementerio en sí me decepcionó. Es feo, Tiene sus particularidades, como que las tumbas de tierra están en el centro de regiones delimitadas por panteones, algo que no había visto, ya que generalmente ambas cosas suelen estar separadas. Lástima que sólo encontré un (¡1!) panteón digno de la foto.
La vuelta fue tan terrible como la ida, y duró cerca de tres horas. En total, seis horas de viaje para estar alli dos horas y media. Pero cumplimos.
VII. El segundo semestre del año estuvo marcado por mi trabajo con Robert. Ya sabía que sería temporal; no me imaginaba que la iba a pasar tan bien. Aprendí un montón de cosas acerca de programación web, caminé miriámentros de veredas porteñas, conocí la diferencia entre la madera de pitá y la de guatambú, hice amigos nuevos de muchas partes. En fin, estuvo bueno. Fue una de las cosas rescatables de 2005.
VIII. ¿Qué es un blog? Después de un año y medio de jugar este juego, de ver cientos de blogs diferentes de todo el mundo, de romperme la cabeza con detalles de programación, estética y sobre todo de contenido, todavía no sé lo que es.
Mi formación fue periodística y aún me cuesta sacarme de la cabeza la división básica de gráfica, radio y televisión. Aún busco que lo que hay en Internet se acomode en alguna de estas tres categorías.
Pero los blogs son algo nuevo, algo distinto. Provocan efectos extraños. A mí, por ejemplo, me inquieta profundamente el blog de mi amigo Bob Chow (O Comments), de una manera que ninguna novela de Lovecraft lo ha hecho. Y me entristece profundamente, por razones harto distintas, principiodeincertidumbre. Del mismo modo, la mayoría de los blogs operan con mis emociones más que con mis pensamientos.
Arriesgo una definición, incompleta y tal vez insensata: en un blog mostramos lo más íntimo de nosotros, un diario privado destinado a la publicidad; nos arrancamos las vísceras para ponerlas en bellos marcos y repartimos entradas para la exhibición a amigos, enemigos y desconocidos.
No sé qué vendrá después con el avance inmisericordioso de la tecnología, pero hoy día el blog es el fenómeno cultural más importante, muy por encima de los anquilosados mass media y de las artes narrativas. No es lo mejor, pero es lo más importante, y es lo que hay.
IX. Todas las grandes obras literarias de la antigüedad comienzan invocando a las musas o divinidades tutelares, que le dictan las palabras al mortal, mero instrumento o copista. El mismo Martín Fierro pide a los santos del cielo que aclaren su entendimiento.
Hace un par de dias escuché un tema musical que arranca con una invocación, la más enigmática que conozco. Es una canción de amor, de amores perdidos y recordados. Pero, ¿cómo puede comenzar así?:
¡Fantasmas!,
traigan más asado,
que veinte años no son nada,
y acá todavía queda fuego.
Astonishing, como dicen los ingleses.
X. Abro y cierro el círculo invocando a mi propia divinidad, a la estrella que rige mi vida y que muchas veces fue lo único que me salvo de la disgregación.
Abril, hija mía, momento absoluto, solución perfecta de 1/0: te amo.
Esto, todo esto, cada momento, cada palabra, cada acento, cada sístole y diástole, todo esto es para vos.
Que sean felices, no sólo en esta fiesta de Fin de Año, sino siempre, en toda su vida, cuando las bengalas se apaguen y no haya más champagne (cito a Abba, je je je). Les envío océanos de amor.
Mejor video - No he visto mucho este año, pero me han gustado especialmente los de Tripping (Robbie Williams) y Fix you (Coldplay).
Mejor canción - El universo sobre mí, de Amaral, fue hasta mediados de año el mejor tema, lejos. Pero en septiembre escuché Tripping y se llevó mi corazón. A esto añadámosle Advertising Space, también de Robbie Williams,
Swallowed in the sea, de Coldplay, y la bellísima y triste balada You’re beatiful, de
Éste fue para mí un año muy particular en cuanto a la música, ya que escuché muy poca radio en comparación con 2004 (mi favorita es la Disney, por si les interesa), y en cambio bajé montones de cosas de Internet. Maravillas nuevas y perlas antiguas, injustamente olvidadas. Les recomiendo, si pueden conectarse al eMule, estas joyas: True Colors, de Cindy Lauper, un álbum clave de los 80; Una pequeña parte del mundo, el segundo larga duración de Amaral, que incluye Cómo hablar y Los aviones no saben volar; Time, disco de Electric Light Orchestra de 1981.
A ver qué opinan de todo esto.
III. En 2005 hice tres viajes llevado por la curiosidad. No muy lejos: acá nomás, en la provincia de Buenos Aires. El primero a Laprida, en mayo. El segundo a Azul en septiembre y finalmente a Luján un ya lejano primero de octubre. Confirmé que la provincia es hermosa, que la llanura tiene su encanto, que allí, en cualquiera de esos pueblos o en otro similar, quisiera ver el atardecer cada día. Las grandes ciudades son muy atractivas, pero cambio sin dudarlo todos los cines del centro, todas las pizzerías, todas las casas de computación, por cuando Nazareth me ayudó a levantar una lápida en el cementerio de disidentes de Azul, o por las cervezas que nos tomamos aquella noche con Juan y Marcelo en Laprida.
IV. Esquivo me ha sido el amor este año. Divorcio, peleas, complicaciones han ocupado mis horas. Y la que amo no llamó nunca, y a esta altura no sé muy bien qué hacer. ¿Cuál es el tiempo exacto que tenemos que esperar? ¿Hay algún manual, alguna página de Internet con tutoriales al respecto? El corazón, ¿cuánto se estira?
V. El miércoles terminó una época singular de mi vida, que fue muy breve. De lunes a viernes durante un mes fui a City Bell, mi viejo barrio, a dar clases de apoyo a algunos chicos. Son, aunque les lleve muchos años y me paguen por lo que hago, mis amigos. Los veía cada tarde y tomábamos Pepsi o mate. A veces había agridulces Don Satur (que con el agua Ser Citrus constituyen dos fabulosas creaciones de la humanidad equiparables a la bomba atómica o la cataforesis); una tarde de lluvia comimos tortas fritas. La lista de materias fue larga. Tuve que enseñar, o ayudar a entender, cosas como: Historia Argentina contemporánea (maravillosa), Química (que volvió a enamorarme), Matemáticas y Física (sin palabras), Lengua, Literatura, Inglés e, incluso, el funcionamiento de diversas máquinas de laboratorio. Ya estoy para el Imbatible, ¿nocierto?
Volvía para casa todas las tardes a las siete, que es la mejor hora del día en esta época, cuando arranca el ocaso. Una vez hubo tormenta, y saqué algunas fotos.
En enero arranco de vuelta con los que rinden en febrero, pero estos días fueron inolvidables. Fui alguien para alguien, y con el vacío que tengo, eso fue importante. Yamila, Gustavo, Daniel, les mando un abrazo muy especial. Mariana: yo también te quiero.
VI. Todos los meses del año, y especialmente diciembre, sufren de una especie de aceleración temporal a medida que nos acercamos a fin de mes. Los primeros días, digamos hasta el 20, parecen durar años. Pero de pronto nos damos cuenta de que es 20 y pico, y el tiempo no alcanza para nada. Las hojas del almanaque vuelan y no podemos alcanzarlas. Y con ellas se va el año, y con ellas se va nuestra vida. Vamos a ser un año más viejos, un año más sabios (no todos nosotros), un año más gastados. Una vieja canción inglesa del siglo XVI afirma que Cada día que vivimos es un día que morimos. Entonces, ¿por qué no aprovechar cada uno de ellos como si fuera único? No dejemos que la repetición nos aplaste. Es un deber y una orden, soldados.
Navidad: mamémonos, bailemos hasta nos duelan los huesos, olvidemos nuestras pequeñas miserias y abracémonos.
Levanto mi copa por todos ustedes. Que mi amor los alcance.



Dónde se fueron esos diciembres, dónde aquellas nubes.
Como Manrique:
¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?
Dios, cómo se puede estar tan triste.

