viernes, abril 07, 2006

Feliz cumpleaños a mí

Antes que nada: gracias por todos los saludos. Finalmente, fatalmente, cumplí 37 años el sábado 1º de abril. Fue un día muy ocupado, ya que pasé toda la mañana y parte de la tarde terminando una entrevista por el tema Malvinas, que fue publicada el día siguiente. No se había enfriado la computadora cuando salía para ir a buscar a Abril, para que me acompañara durante los festejos. Vinieron mis hermanas y sus respectivas familias, trajeron torta y buena onda. La pasamos muy bien. Y no me siento muy diferente. No me canso de decir que me siento igual en muchas cosas a los 37 que a los 12, que a esa maravillosa edad fijé la mayoría de mis temas obsesivos (OVNIs, vampiros, el mar, etc.) que aún me persiguen, que sólo creció un adulto alrededor que aceptó infinidad de responsabilidades pero que no quiere dar el brazo a torcer a sus sueños. Les debo las fotos, que espero publicar mañana. Es que vienen siendo días muy ocupados. En mi lugar de trabajo, desde hace dos semanas hago yo solo la tarea que se hacía de a dos. La otra persona, que era una chica pasante de la Facultad de Periodismo de La Plata, decidió irse, de modo que cargo con todo el fardo, que no es muy pesado pero lleva su tiempo. Y en el horario de cierre, las cosas pueden ponerse un poco pesadas. Por lo mismo, les pido disculpas a todos mis amigos y amigas del MSN, ya que hace tiempo que no me conecto. Ahora, right now, a las ocho y media de la noche del viernes: Me duele mucho la cabeza y tengo sueño, factores ambos que no han corregido la cafiaspirina que me tomé hace un rato. Supongo que tiene que ver con el pequeño y quizás ridículo accidente que ayer protagonicé, a metros de mi casa. Quise cruzar una especie de riachuelo que se formó en la calle, bordeando el cordón, como resultado del mal control de las aguas servidas. Levanté el pie derecho para pegar un saltito y aterrizar en la vereda. Pero el verdín acumulado tras semanas de que el agua corriera sin control provocó que mi pie izquierdo, calzado con las resbaladizas ojotas Dufour que vengo desgastando desde enero de 2002, tomara rumbos inciertos, lo que provocó, en menos tiempo de lo que toma contarlo, que cayera estrepitosamente sobre mi costado derecho, golpeándome de forma terrible la cabeza (temí desmayarme y por largo rato vi manchas luminosas con el ojo de ese lado) y manchando toda mi ropa con el líquido negruzco que no cesaba de correr. Quise levantarme y volví a caerme. Finalmente, salí rengueando hacia casa. Un vecino me preguntó: "¿Te caíste?". Le contesté, más lacónico que caliente: "Sí". Me bañé y me cambié de ropa. Madre me dijo que debía ir al hospital y exigir que me tomaran una radiografía, no fuera a tener un coágulo o algo así (en casa hemos leído muchas novelas de Robin Cook). Me negué a tal cosa, ya que tenía que venir a La Plata a cobrar y no acepté que nada me demore. En resumen, tal vez me duela la cabeza porque un coágulo impiadoso presiona contra mi cerebro, bueno, en caso de tener cerebro lo cual aún no ha sido fehacientemente determinado. Concluyo esta insensata historia volviendo a agradecer a quienes me saludaron, y por qué no, a los que pensaron hacerlo pero no pudieron, y a los que no quisieron porque ya me odian o me odian desde hace mucho, tal vez desde conocerme, o incluso desde antes. Un beso, y prometo las fotos. Y también, si tengo tiempo, voy a postear fotos de mi lugar de trabajo. Así ven que trabajo.

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