Dedico esta maravilla al otoño naciente que nos rodea (bueno, por lo menos aquí en La Plata)
El Tigre
Tornasolando el flanco a su sinuoso
paso va el tigre suave como un verso
y la ferocidad pule cual terso
topacio el ojo seco y vigoroso.
Y despereza el músculo alevoso
de los ijares, lánguido y perverso
y se recuesta lento en el disperso
otoño de las hojas. El reposo...
El reposo en la selva silenciosa.
La testa chata entre las garras finas
y el ojo fijo, impávido custodio.
Espía mientras bate con nerviosa
cola el haz de las férulas vecinas,
en reprimido acecho... así es mi odio.
Enrique Banchs
***
Nota final: les recomiendo encarecidamente leer "El tiempo de la noche", de William Sloane. Hay edición de Minotauro más o menos fácil de conseguir. A mí, me arrebató el corazón.
sábado, marzo 11, 2006
Sábado Poesía
Dedico esta maravilla al otoño naciente que nos rodea (bueno, por lo menos aquí en La Plata)
El Tigre
Tornasolando el flanco a su sinuoso
paso va el tigre suave como un verso
y la ferocidad pule cual terso
topacio el ojo seco y vigoroso.
Y despereza el músculo alevoso
de los ijares, lánguido y perverso
y se recuesta lento en el disperso
otoño de las hojas. El reposo...
El reposo en la selva silenciosa.
La testa chata entre las garras finas
y el ojo fijo, impávido custodio.
Espía mientras bate con nerviosa
cola el haz de las férulas vecinas,
en reprimido acecho... así es mi odio.
Enrique Banchs
***
Nota final: les recomiendo encarecidamente leer "El tiempo de la noche", de William Sloane. Hay edición de Minotauro más o menos fácil de conseguir. A mí, me arrebató el corazón.
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