miércoles, febrero 02, 2005
Falso Abril
Son las seis y media de la tarde del 2 de febrero.
Estoy, como es costumbre, en un ciber de City Bell. Disfruto como loco (en España, extrañamente dirían "como un enano", cosa que siempre me extrañó) el falso otoño que nos ha regalado el Otro. Antes de ayer el temporal me superó; ayer y hoy el clima roza la perfección, casi mejor que en los mejores días de Abril.
Más allá del clima la vida sigue igual para mí. Las mismas incertezas, las mismas dudas, el mismo amor imposible. Poco me ha conmovido estos días, salvo un libro: El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde) y una publicidad: la última de Quilmes, llamada Encuentros.
El libro es un clásico sobre el que no vale la pena hacer comentarios. Nada de lo que diga será mejor que ese texto hermosísimo. La cumbre de la tristeza, junto con Madame Bovary.
La publicidad de la que hablo: dos personas caminan por una ciudad costera. No se cruzan con nadie, ya que todos se esconden. Finalmente (fatalmente) se encuentran. Así funciona la vida, creo, así funcionan las sincronicidades de las que hablaba el maestro Jung. Podrá estar el camino infestado de gente, pero nadie existe si estamos destinados a encontrarnos. Y el mar, omnipresente en el cortometraje, es un imán ineludible.
Tal vez la vida para algunos no sea así. Tal vez para ellos no rijan esas leyes. Para mí sí.
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