viernes, octubre 14, 2005
Retratos
El domingo pasado estuvimos con Abril en la misma plaza de siempre, en el centro de City Bell. La tarde era maravillosa. Jugamos y nos tiramos en el pasto a disfrutar del sólo hecho de existir y de tenernos.
Primero se recostó en mi regazo. Luego fue a juntar piedritas y me trajo plumas de un pájaro muerto. Luego me pidió papel y una lapicera y se puso a dibujar.
Y terminó haciendo mi retrato. Éste soy yo a los ojos de mi hija.
Abril, Abril Aimée, Abril Aimée Metayer, heredera del mundo, no podría amarte más: no cabe en un corazón humano.
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4 comentarios:
Limpiate la baba, ahí al costadito...
Sí, claro, je je je.
Hay más fotos babosas en el blog, nada más tenés que buscar, Mariana. Saludos.
hay cosas que hay que vivirlas para entenderlas.....
el retrato muy bonito!
saludos
Gracias, Nico.
Estoy de acuerdo. Ya lo dije hace mucho en un poema, que a alguien que conozco le había gustado: "Creo que sólo podemos enseñar lo que aprendimos nosotros mismos y no lo leído en las páginas de un libro".
Saludos, amigo.
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