domingo, septiembre 26, 2004
Memorias olfativas
El mediodía del domingo me dio ganas de pasear por City Bell. Descubrí (o más bien redescubrí) que el universo, además de estar compuesto de imágenes visuales y auditivas, posee de infinitas variedades de olores.
Que los científicos digan que los aromas consisten de seis tonos esenciales combinados entre sí; a mí eso no me alcanza. Yo sé que el perfume de un jazmín me trae recuerdos de pasadas navidades y que un lejano aroma de asado de alguna forma que no comprendo alegra mi corazón.
Les recomiendo hacer la prueba. Sólo caminar, oler y tratar de recordar.
(Hay algo que me inquieta: cuando un olor no me trae ningún recuerdo en particular, es decir, no está asociado con nada; la mente me teje extrañas trampas, y se me cruzan imágenes desconocidas, como de sueños).
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Hoy tengo esta foto, que tomé ayer pero no tuve tiempo de publicar. No es ninguna maravilla, pero es como me veo ahora (no me cambié todavía la remera). No estoy muy alegre, pero es que refleja la realidad.
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Hay cosas que sé que no me animo a escribir (ni siquiera debería pensar). El amor sigue caminos extraños. "¿Por qué tenemos que amar donde cae el rayo y no donde escojamos nosotros?", se preguntaba Coventry Pathmore en el siglo XIX.
Eso. ¿Por qué?
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