miércoles, noviembre 23, 2005
Transmisión en cadena
Stephen King dice en From a Buick Eight (Buick 8: Un coche perverso, se llama horrorosamente en castellano) que a veces las cadenas de acontecimientos se enredan e incluso pueden terminar asfixiándonos. En una novela muy anterior, Salem’s Lot (La hora del vampiro, seguimos con las traducciones creativas), cuando habla de cómo se conocieron dos de los protagonistas, escribe que “él se sorprendería de la facilidad con que había sucedido todo, tan simplemente (...) Hacía pensar en un destino que no sólo no era ciego, sino que tenía una visión consciente y poderosísima...”. Es claro que los dos conceptos, la concatenación de los hechos, y el destino con un propósito definido, están íntimamente relacionados. Lo vemos todos los días, si hacemos memoria hacia atrás y pensamos en todo lo que sucedió para que exista este presente y no otro.
Lo que hiere nuestro intelecto y nuestra alma es que nosotros solemos ser ciegos. Que la voluntad de ese destino y la nuestra no coinciden a menudo. Que las cadenas de acontecimientos que nos asfixian son invisibles hasta que nos asfixian.
Nada de lo que digo es nuevo. No tengo ganas de pasar lista a los filósofos que durante milenios han repasado estos conceptos. Le dejo la posta a principio de incertidumbre, que en su blog mata las horas en esos menesteres.
Me interesa en particular cómo las artes narrativas han enfocado el problema. Tal vez la imaginación sea más adecuada en este caso, uno de esos temas que hacen sangrar a la mente racional.
Hay un tópico en particular en el que las cadenas de acontecimientos son importantísimas y suelen quedar al desnudo. Me refiero a los viajes en el tiempo. Es de sobra conocido el argumento: A viaja a su pasado, modifica algún suceso, que afecta a otro, hasta llegar a una infinita continuidad temporal; en algún momento las ramificaciones van a alcanzar el espacio temporal originario de A, que volverá a su “tiempo” y no encontrará las cosas como las dejó. (Es interesante que para escribir este pequeño resumen, tuve que usar los verbos en los tres tiempos.) Es lo que en ciencia ficción se llama paradoja temporal. Como el efecto mariposa (una exageración en la que particularmente no creo), pero a lo largo del tiempo. Ya que si el futuro de A cambia, es posible que a) A nunca pueda viajar al pasado por X razones, o bien B) que los cambios sean tan profundos que A mismo ya no exista.
Ejemplos de esta clase, que ya aparecieron en mi comentario de la charla del 18 de octubre, sobran. Con sólo ver las tres películas de Back to the Future, basta y sobra para hacer un manual de paradojas temporales. Y hay muchas más. Terminator, Time Cop (gracias PdI), Time After Time, 12 Monkeys.
Hay otro efecto que tiene que ver con el tiempo y las sucesiones de hechos que me marea aún más que tales viajes. Se trata de la predicción del futuro. Si nos atenemos a la ciencia, las variables que influyen sobre la realidad son inconmensurables, de modo que ver el futuro es imposible, y no habrá sabio de fuste que no sonría frente a tal posibilidad. Y sin embargo, las profecías existen. Una sola excepción debería bastar para derrumbar un edificio teórico, pero tenemos cientos de ellas, un terremoto de Caucete, un agraviante desafío a quinientos años de pensamiento científico. ¿Cómo puede alguien ver acontecimientos que aún no han ocurrido, con objetos formados por átomos que probablemente estén aún distanciados, formando otros objetos? ¿Dónde, en qué parte del cerebro, se forman tales imágenes? Los viajes en el tiempo, hasta donde sabemos o creemos, nunca han ocurrido todavía (aunque conceptos como nunca y todavía se anulan frente a la posibilidad de tales viajes), pero la gente ve el futuro desde hace miles de años. Y si Dunne tiene razón en An Experiment with Time, todos vemos el futuro cada noche, pero al despertar lo confundimos...
En Minority Report, sobre todo en la película de Steven Spielberg, vemos como se ha creado una policía predictiva, que evita los crímenes antes de que sucedan y encierra a los hampones antes de que cometan sus fechorías. El sistema funciona gracias a tres dotados, los precogs, que viven en tanques de aislamiento sensorial que los aleja del mundo. Se procesan las imágenes que reciben y sólo se aceptan las que son coincidentes.
En fin. Aceptamos que podemos descubrir cadenas de acontecimientos significantes mirando hacia atrás, pero nos cuesta verlas hacia adelante.
Volvemos al principio: el destino no es ciego.
Tal es el concepto que prima en la película Serendipity, que pasó sin pena ni gloria por nuestros cines a fines del 2001. Una lástima, porque nos deja con varias ideas rondando. Una de ellas es que no existen las casualidades. Que la voluntad puede doblegar la marcha de las cosas y modelar la realidad como arcilla. Que de todos modos hay otra voluntad superior, llamémosle destino, contra la que no se puede luchar. Hay que ver para dónde sopla el viento, nada más.
Cadenas de acontecimientos. De todas las películas en las que el protagonista es el Destino, las que más me han impresionado son Destino Final 1 y 2. En ambas, la historia comienza con una catástrofe en la que por casualidad se salvan algunas personas. Entonces la Muerte de a poco va corrigiendo las cosas. Lo que me impresiona de estas películas es ver cómo hechos aislados se van conectando, de modo que el total es mucho más que la suma de las partes. Alguien pone por descuido té muy caliente en una taza fría. Apoya la taza sobre un monitor. La taza se raja, y un poco de líquido cae en el interior del aparato, suficiente para que un cortocircuito lo haga arder. Y así, hasta que casi todos cumplen con su destino, en el orden exacto con que hubieran debido morir en el holocausto inicial (un avión que explota en la primera, un choque múltiple en la segunda). En Destino Final 2 se introduce un elemento que rompe la serie de hechos, con el fin de que haya un poco de originalidad, pero la trama de la película es muy similar, igual de atrapante que la primera y aún más terrorífica.
Cuando aparecieron los títulos, no pude evitar pensar que tal vez nuestra cadena del destino ya empezó, que es muy probable que el hecho inicial de la serie ya sucedió hace mucho. La única diferencia con la película es que en nuestro caso (en las vidas normales, las que transcurren fuera de la pantalla) la cadena es mucho más larga.
Claro que si hacemos la suficiente abstracción, el hecho que determinará nuestra muerte ya sucedió y sabemos perfectamente cuál fue: nuestro nacimiento.
Que tengan un buen día.
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3 comentarios:
Pues yo refuto, pero es inválido, ya que no traje pruebas.
Sí, alguien nos sueña. Pero a veces se olvida de soñarnnos y hay segundos de libertad.
Siempre nos podemos suicidar. Pero no queremos.
Sí.
P.D. serependipity era tremenda.
Yo en éstos casos freno y digo "Es un tema muy complicado".
Pero así y todo no le pusieron el nombre de Bochini al estadio.
Hay circunstancias que por más que se cambien, dan un mismo resultado.
No sé,
Informó: lore temporal.
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